La dama desconocida

El público miraba con sorpresa y escuchaba muy atento las palabras de la joven de aproximadamente 25 años, luego del oficio religioso de quien en vida se llamó Sergio Gardeliano, un ingeniero mecánico de 52 años., nacido y criado en Panamá.



Todo un discurso con palabras que llegaban al corazón, a varios de los parroquianos se les salió las lágrimas cuando la dama, identificada solo como Celeste, hablaba sobre la falta que le haría el difunto a ella y su hijo de tres años.

Pero no solo era compasión de una fémina que acababa de perder a su pareja, el padre de su hijo, sino que algunos de los asistentes en la iglesia se solidarizaban con ella en momentos dificultosos y otros no sabían qué hacer.

Los rostros de la primera fila ni hablar, las mujeres con gafas oscuras y pañuelo en la cabeza se quedaban boquiabiertos con las palabras de Celeste, otras señoras ya pasadas las seis décadas, chismorreaban.

—El padre de mi hijo, mi marido, Sergio, un hombre excepcional, profundamente religioso, con valores morales altos, trabajador, nunca se peleó con nadie, no lo escuché jamás decir una palabra obscena y siempre pendiente de su familia­—, resaltó la mujer.

Cada sílaba o consonante era como agregar más leña al caldero, la llama se encendía y se cocinaba la incertidumbre, las interrogantes, sin embargo, nadie se atrevió a interrumpirla.



Hacerlo sería un acto brutal, grotesco, inmaduro, malévolo e inhumano porque la mujer estaba golpeada en la fibra más sensible de su corazón, su amor de dama y un hijo huérfano de padre.

En la primera silla del lado izquierdo, una mujer agachaba la cabeza, solo ella sabía lo que ocurría en ese momento, aparte de la muerte de Sergio, su honorabilidad y reputación quedó marcada.

Al terminar de hablar Celeste, hubo aplausos a montón, ríos de lágrimas y abrazos e incluyendo el de la dama de la primera fila o Vanessa de Gardeliano, la viuda de Sergio.

Fue de infarto para Celeste enterarse de que ese hombre que tanto habló flores estaba casado y con tres hijos. ¡Vaya sorpresa regala la vida!

Fotografía de Chikondi Gunde y David Eucaristía de Pexels no relacionadas con la historia.


1 comentario:

  1. Wow, que fuerza para dejarlo bien con todo y wel hecho de ser un hombre de familia.

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