Mi patrona la inglesa

 Anna Collins de Díaz, fue mi jefa en una vivienda en Altos del Golf, ubicada en el corregimiento de San Francisco, en la ciudad de Panamá, un barrio de rabiblancos como llamamos a los oligarcas panameños.

Trabajé allí dos años como su conductor hasta que me despidieron sin pagarme las prestaciones y ahora hay un litigio en un juzgado de trabajo porque no me dejaré joder.

Mi antiguo patrón era Esteban Díaz, accionista de muchas empresas, terrateniente, fumón de marihuana, aficionado al alcohol, mujeriego y cuando estaba borracho se le mojaba la canoa.

Me contrataron para que vigilara a mi jefa, Anna, una inglesa, rubia, de ojos verdes, blanca como la espuma, lindo caballo amarillo, de estatura alta, operada de senos y traseros, con rinoplastia y de 35 años.



Esteban jamás se imaginó que un chombón o un negro como yo, casi tirando azul, bembón, pobretón y limpio, se almorzaría a su mujer, lo que generó obviamente mi destitución como chofer.

Laboraba casi todo el día, desde las siete de la mañana hasta casi las ocho de la noche, ella lo perseguía para captar sus infidelidades, a pesar de que mi patrón la complacía con todos sus caprichos.

Viajes, joyas, ropa carísima, zapatos, peinados, tratamientos de la piel, autos lujosos y todo lo que una mujer quisiera tener, pero no contaba con felicidad.

Ella me compraba comida y me daba buenas propinas diarias de unos 20 o 30 dólares, quizás para jalarme de su lado porque quien pagaba mi salario era Esteban.

A mi patrón lo pillamos varias veces con mujeres, preferí guardar silencio porque me encontraba entre la espada y la pared, Anna me explicó que si me botaban me ayudaría a conseguir trabajo.

Ella nunca le fue infiel, como pensaba Esteban, así que en mis informes no había nada malo que decir, ya que la dama no tenía mocito, amante o amigo de cama.

Pasó el tiempo hasta que mi jefe se fue de viaje, Anna me hizo conducir hasta una casa de playa para una fiesta de mujeres un jueves.

Mientras ellas gozaban yo afuera en el carro esperando como un pendejo, posteriormente mi jefa me trajo una cerveza con comida, pero más que los alimentos lo que me dejó loquito fue su traje de baño.



Era dos piezas que apenas cubrían, sus senos tapados solo con una tirita, un hilo dental y abajo casi se apreciaba el túnel del amor.

Bien bebida en güisqui, se metió al carro y me daba los alimentos hasta que un pedazo de carne cayó en sus piernas, me dijo que si era valiente la recogiera con mi boca.

Me asusté, la europea sonreía y fue cuando se despojó de todo su vestido de baño, como soy un varón, fui al cuero ahí mismo en el vehículo.

Me besaba, acariciaba, gritaba como loca y se movía como una batidora, sin embargo, al escuchar los gritos, sus amigas salieron y vieron nuestra vestimenta de piel.

Una de esas mujeres le sapeó a mi patrón y al retornar mi jefe me botó el mismo día.

Pero lo que él no sabe es que este chombón, de 23 años, que tanto insultó, cada dos días se encuentra con su rubia inglesa para darle lo suyo.

Comentarios

  1. Ana Collins fue más viva porque disfruta el dinero y buscó quien la atendiera 🤭👌

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