Doble pendejo

 Hay ocasiones en que los hombres nos pasamos de buenos en cuanto al sexo contrario y la insistencia por querer estar con una mujer nos acarrea interminables conflictos personales y económicos.

En esta historia lo descubrirá.

“Pepe Uña” era un “laopecillo” (joven), quien vivió desde los 5 años en Villa Gabriela, Río Abajo, en la periferia de la Ciudad de Panamá, trabajaba como soldador en la construcción, lo que se traduce que ganaba buen billete.

Altagracia Vernaza, era su vecina de siempre, trigueña, con trasero enorme, mediana estatura, pechos grandes, mirada mortal, cabello negro alisado y tatuajes a montón distribuidos por su anatomía.

El jovencito era de tez blanca, ojos oscuros, cabello negro, delgado, sin aretes, tatuajes, no bebía, no fumaba y dedicado solamente a su familia, pero Altagracia es su desgracia.



Cuando la chica se reunía con sus “pasieros” (amigos), lo llamaba para que costeara las cervezas, luego lo acariciaba, le guiñaba el ojo, pero nada de nada con el hombre enamorado.

“Pepe Uña” tenía un hermano, al que en el barrio le dicen “Perro pobre” porque ni trabajaba, no estudiaba, vivía del dinero que le daban algunas damas que chuleaba, su mamá y  consumía  marihuana.

Sin embargo, odiaba a Altragracia porque veía cómo “sangraba” (quitar dinero) a su hermano, discutía con él y muchas veces le gritaba que se olvidara de ella porque era una “calienta huevo”.

La mujer tenía dos hijos de dos “buaycitos” (hombres) distintos, quienes pasaban una larga temporada en el Centro Penitenciario La Joya, por varios delitos.

Ninguno asumió su responsabilidad paterna, así que los chavalos no estaban reconocidos.

El asunto es que la situación económica se tornó difícil, Altagracia perdía belleza por mucho licor consumido y su vida nocturna sin descanso, por lo que su madre le dio un plazo para abandonar el apartamento 4, del edificio Z4.

Corrió donde “Pepe Uña”, quien pensando que todos los días comería del dulce majar de la dama, aceptó arrendar un apartamento para transformarlo en su nido de amor.



A los cuatro meses la preñó, “Pepe Uña” era feliz porque sería padre de una niña que al nacer la registraron como Emily Rose, pero esto creó un conflicto.

Altagracia presionó a su marido para que le reconociera sus otros dos hijos varones porque no tenían apellido paterno y entre peleas con discusiones, el masculino se fue a la Dirección Regional de Registro Civil de San Miguelito para hacer el trámite.

Pasaron cuatro meses y llegó de Darién, un colombiano de raza negra, alto, atlético, ojos negros y cabello de afro. Era Alfonso Rentería quien le puso el ojo a la mujer ajena.

Altagracia sucumbió, se veía a escondidas con el sudamericano hasta que “Pepe Uña” los descubrió  y se formó la pelea verbal.

Quemado, triste y engañado, “Pepe Uña”, se fue del apartamento, su mujer lo acusó de abandonarla y le metió una pensión por su hija y los niños que reconoció.

Tuvo que pagar la pensión de su hija y la de los dos niños ajenos, ya que  legalmente son sus hijos, además las leyes son estrictas con los menores. 

Ahora ya sabe usted que este mundo está lleno de pendejos.

1 comentario:

  1. Por mujeres frívolas, malas , interesadas y calculadoras como Altagracia, se vuelven fríos y cierran su corazón, hombres como "Pepe Uña" 💔

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